Creo que esta sencilla
imagen explica perfectamente el dogma mariano que hoy celebramos. La
inmaculada concepción es esto: María que es protegida, cuidada, preservada de
toda mancha de pecado incluso el original.
Esas manos que protegen
a María, son las manos de Dios Padre - Madre que dan cobijo a su
privilegiada criatura.
Para nosotros, que la
tenemos como madre, es motivo de profunda alegría saber que Ella nunca estuvo
bajo el poder de mal. Y a pesar de esto nos entiende plenamente porque
una persona mientras más espiritual es, más humana se vuelve.
Celebrar la Inmaculada
Concepción de María no debe llevarnos a alejarnos de la realidad, sino que muy
por el contrario, debe llevarnos a encontrar en nuestra realidad motivos de
esperanza.
María es el ser más
simple a pesar de su grandeza. Esto se debe a que ella no está cubierta
por las caretas que a nosotros nos cubren. Ella es pura interioridad,
pura esencia; ella vive de continuo desde su YO PROFUNDO; y es esa actitud la
que deberíamos esforzarnos en practicar para aprender a vivir en equilibrio y
plenitud.
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