El problema de las pandillas escolares es un problema que debe ser abordado con mucha seriedad y con mucha paciencia. Se trata de años de consolidación de las mismas. En el caso concreto de la I.E. "MELITÓN CARVAJAL", institución en la que laboro desde 1991, esto se ve con claridad. Cuando llegué al colegio las pandillas ya existían y eran muy violentas, más de lo que hoy son. Creo, y lo digo con tristeza, que ellas se mantendrán y seguirán cuando yo me vaya.
De todo esto puedo concluir que, si bien es cierto, es difícil que las eliminemos, por lo menos algo podemos hacer para frenarlas, contenerlas y evitar que sigan creciendo, pero para ello debemos asumir el problema como tal, aceptarlo y decidir hacer lo necesario, lo que este a nuestra mano.
Tenemos algo a nuestro favor: muchos de los alumnos que se encuentran en las pandillas, asisten a clases y por lo mismo están dentro de nuestro sistema y podemos manejar la situación para bien de ellos y de la I.E. Hace falta que tomemos la sartén por el mango y tomemos decisiones correctas, serias, ceñidas a la verdad.
Decía que estoy en el colegio desde hace 20 años y algo más, y creo que desde que tuve conciencia de esta realidad trate de inmiscuirme en ella para poder responder desde mi fe a esta situación concreta. En 1998 (creo que fue en ese año o de repente en 1997) concreté este deseo de servir a la juventud inmersa en este problema y para ello organicé con el equipo de pastoral las llamadas Jornadas entre colegios. Recuerdo que se invitó a los profesores de Religión de diferentes colegios con problemas de pandillaje para que fueran con sus alumnos y alumnas (fui al Labarthe, al Ricardo Palma, al Alfonso Ugarte, al Fanning, al Isabel la Católica, al República de Chile, etc.), pero solo fueron del Fanning y del Isabel la Católica. Aún con todo desarrollamos las jornadas, pero lamentamos mucho la ausencia de los colegios de varones con los que nos hubiera gustado trabajar.
Finalmente, desde el 2008 vengo participando en el taller de Conciencia y Sanación Emocional que se da en el penal de Lurigancho y desde el 2009 vengo desarrollando Talleres semejantes, pero adaptados a la realidad de los jóvenes, en el colegio.
Creo firmemente en estos Talleres porque he visto a hombres totalmente en la delincuencia que gracias a ellos hoy son hombres de bien. Es posible vivir distinto. Y hoy, frente al serio problema de las pandillas escolares cada vez más violentas y poco respetuosos de la vida, creo que estos Talleres que comparto son válidos para responder a esta problemática. Lo único que hace falta es que la I.E. asuma el problema y busque darle soluciones concretas.
Esa es mi preocupación.
Dibujo hecho por un ex Carvajalino que muestra a dos alumnos "rivales" en actitud amistosa. Toda una profecía. |
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