martes, 21 de febrero de 2012

CAMINANDO EN PRISIÓN 21-02-12

 
Hoy retomé el trabajo pastoral en el Penal de Lurigancho.  Vuelvo después de casi un mes. Mi labor es apoyar en el Taller de Conciencia y Sanación Emocional, que tiene como fin brindarles herramientas a los hermanos internos para descubrir su YO profundo que es bueno como el de todo ser humano; así mismo esas herramientas le han de servir para trabajar con las subpersonalidades, que se hicieron en ellos un hábito y los trajeron al penal.
Aparentemente es un trabajo fácil, pero en verdad implica mucha perseverancia para estar en todo el Taller (5 meses); implica voluntad para dejar otras actividades igualmente importantes u otras que no lo son, pero se han convertido en una necesidad; implica también deseos de conocerse y enfrentar todo su pasado. Espero poder ayudarles a lograr eso y de paso seguir en mi proceso personal de sanación.
Hoy me tocó trabajar en el grupo N° 4, que es el grupo que se me asignó. Lo integran Diógenes, Edward, Edgar, Juan Carlos y José Luis; y como animadores estamos Héctor y yo. El tema que nos tocó trabajar hoy fue ¿Quién soy yo? Cada uno de tenía que decir algo que contestase a esa pregunta. Fue interesante escuchar sus respuestas.  Sinceramente a veces me olvido que estoy en prisión y pienso que estoy rodeado de amigos en la calle; es una experiencia que no sé cómo explicarla.
Al término del Taller los animadores nos reunimos con la Hna. Ana Marzolo para compartir como nos fue en cada grupo.
Después acompañé a la Hna. María Schu a la "Lata", que es el lugar en donde se encuentran los recién llegados que están a la espera de ser ubicados en los diferentes pabellones. Fuimos para invitarles a los diferentes talleres que se dan gratuitamente en Capellanía. La Hna. María les habló de lo importante que son cada uno de ellos para nosotros; que creemos en ellos; que cada uno tiene toda una potencialidad para ser exitosos.  Hoy, particularmente, en ese pequeño cuarto donde habían cerca de 10 nuevos internos, sentí la presencia de Jesús de Nazaret, una presencia real que me hizo volver mi ser hacia Él; fue una experiencia tan grande que sentí felicidad de estar con ellos y por nada del mundo hubiera cambiado de lugar de servicio. 
Creo sinceramente que en estos momentos de mi vida Jesús me pide acompañarlo en medio de este su pueblo cautivo.